
La clave está en el nuevo concepto de Comunidad Educativa Activa propio de las escuelas Waldorf. Es una Comunidad Educativa en continuo proceso de creación, basada en el compromiso de participar activamente en la educación del alumnado, lo que implica que tanto maestros como familias entran en procesos de aprendizaje propios, de trabajo conjunto, para dar coherencia a la vida de los hijos y de los alumnos tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Es un esfuerzo imprescindible para crear el puente entre la casa y la escuela.
Se trata de crear, en la Comunidad Educativa, el Espíritu de Iniciativa, que se apoya en la base de la confianza. Esta actitud puede activar la fluidez en la comunicación entre maestros y las familias, para que emerja el apoyo mutuo. Un apoyo comunitario necesario para llevar adelante una iniciativa de este tipo, que siempre parte de la premisa de ser una entidad sin ánimo de lucro.
Tal vez a partir de esta aspiración tan difícil y compleja, pero tan enriquecedora, se preguntarán muchos sobre la continua vigencia de la Pedagogía Waldorf a lo largo de un siglo y en más de 80 países, y con una demanda continua en países nuevos como China, Sudáfrica, India… Esa demanda parte de la iniciativa individual de maestros y familias para encontrar lo mejor para sus alumnos e hijos, una iniciativa que solamente puede alcanzar sus objetivos en un contexto social comunitario, en un «espacio nuevo construido con las aspiraciones de todos». ¡Ardua tarea para ponerse de acuerdo entre adultos! A simple vista así parece, pero si los intereses particulares se orientan hacia las necesidades reales de sus hijos y alumnos, se enfoca la verdadera meta del proyecto y cobra realidad en cuanto se ponen de acuerdo.
En el espacio vivo de la Comunidad Educativa Activa se coloca la intención principal de esta educación: respetar el proceso madurativo de cada niño pequeño.

En Educación Infantil, esto se hace cuidando las fuerzas de imitación y ofreciéndole un ritmo saludable que respete su tiempo. El tiempo de construirse y desarrollarse corporalmente. En Educación Primaria la capacidad de representación estimula su intelecto, su sensibilidad artística y su fuerza de voluntad. Esta capacidad permitirá que los jóvenes desarrollen competencias para los desafíos que su vida futura les traerá. Por lo tanto, es una educación integral en la que diariamente se combinan las asignaturas intelectivas de los conocimientos y aprendizajes (lengua y matemáticas, más las propias de cada curso), las asignaturas artísticas para cualificar un sentir ampliado, y las asignaturas práctico-tecnológicas para cultivar habilidades y superar dificultades, activando la propia voluntad en proyectos creativos genuinos que incluyen las nuevas tecnologías en los cursos de Bachillerato.
Al acabar el periodo lectivo de esa asignatura se evaluará, se tomará conciencia de lo aprendido, de lo experimentado, de lo compartido entre todos: alumnos y profesor. Esta evaluación continua se convierte en autoevaluación, en fuerza de autoestima, en reconocimiento propio, de los compañeros y del profesor.
Los alumnos de 1º de Bachillerato dedican un periodo de 2 semanas al trabajo en residencias de ancianos, centros de discapacidad, hospitales, escuelas infantiles, etc., donde pueden experimentar que el mundo los necesita. Y, como actividad de conocimiento del mundo, desde Bachillerato se fomentan los intercambios escolares en escuelas Waldorf de países de Europa y América para llenarlos de mundo, de humanidad global.
La educación así entendida, como multiculturalidad de pensamientos y de miradas, no solamente es información, sino también formación y capacitación con un carácter progresivo en función del desarrollo madurativo de los alumnos. Esas capacidades estarán a disposición de su proyecto vital, de su propio camino, único y genuino para cada alumno a lo largo de su vida. Pero nunca se tiene que olvidar que la autoeducación permanente de los adultos es la que nos legitima para educar y acompañar a nuestros hijos y alumnos.