La clave de la Pedagogía Waldorf es la participación de toda la comunidad escolar y el compromiso con la educación de los niños y jóvenes, lo que implica que tanto maestros como familias entren en procesos de aprendizaje propios, de trabajo conjunto, para dar coherencia a la vida de los hijos y de los alumnos tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Es un esfuerzo imprescindible para crear el puente entre la casa y la escuela.

Se trata de crear, en la Comunidad Educativa un espíritu de iniciativa, que se apoye en la base de la confianza. Esta actitud activa el diálogo entre maestros y familias, y de lo surge el apoyo mutuo, para llevar adelante una iniciativa de este tipo.

Ésta es una aspiración difícil pero también enriquecedora, y por ello sigue siendo vigente después de 100 de su creación en la sociedad moderna. Hay una demanda continua en todos los rincones del mundo, que parte de la iniciativa de maestros y familias para desarrollar lo mejor para sus alumnos e hijos, en un espacio nuevo construido con las aspiraciones de todos. ¡Ardua tarea ponerse de acuerdo entre adultos! A simple vista así parece, pero si los intereses particulares se orientan hacia las necesidades reales de los hijos y alumnos, se enfoca la verdadera meta del proyecto y cobra realidad

En el espacio vivo de la comunidad se coloca la intención principal de esta educación: respetar a los niños y jóvenes en base a las capacidades y necesidades que tiene en las diferentes etapas de su vida.

En Educación Infantil se cuidan especialmente las fuerzas de imitación y de movimiento innatas en el niño, ofreciéndole un ritmo saludable que respete sus tiempos en todos sus procesos de desarrollo, ofreciéndole un espacio seguro y afectuoso que le permita sentirse en un hogar.

En Educación Primaria la capacidad de representación estimula su ansia de conocimiento y su sensibilidad artística. Es una educación integral en la que diariamente se combinan el aprendizaje de conocimientos con las asignaturas artísticas y las asignaturas práctico-tecnológicas, permitiendo cultivar habilidades y superar dificultades, activando la propia voluntad en proyectos creativos genuinos. Al acabar los periodos lectivos de esa asignatura se evaluará, se tomará conciencia de lo aprendido, de lo vivido, de lo compartido entre todos los alumnos y maestros.

Esta evaluación continua se convierte en autoevaluación y en fuerza de autoestima.

Los alumnos de Secundaria y Bachillerato empiezan a interesarse en el mundo y en el futuro. Por ello tienen actividades donde puedan hacer experiencias que susciten su interés, donde puedan experimentar que el mundo los necesita. El acercamiento a la multiculturalidad, a las diferentes vivencias y miradas de otros no es solamente información, sino también formación y capacitación, con un carácter progresivo en función del desarrollo madurativo.

Esas capacidades estarán a disposición de su proyecto vital, de su propio camino, único y genuino para cada alumno a lo largo de su vida. Pero nunca se tiene que olvidar que la autoeducación permanente de los adultos es la que nos legitima para educar y acompañar a nuestros hijos y alumnos.